Yo soy celosa y lo reconozco. Ni tanto ni mucho, creo que en la justa medida…aunque claro…¿quien soy yo para juzgarme? Pero no soy de las mujeres que tienen que estar las 24 horas del día con su amado, y que necesitan saberlo todo, absolutamente todo del él. Nooo..que va. Al contrario, creo que cada quien debe mantener su espacio privado, y que eso es lo más saludable para la relación. Por eso pienso…¿YO? Pasarme la noche entera espiando a mi pareja para ver si miró allá o acá, si conversó con éste o con aquel, si alguien se le acercó o lo llamó. Paso.
Si en la relación hay amor y confianza, hay cosas que debes evitar, aunque te mueras de ganas de hacerlas. Y si quieres a la persona debes cuidar la relación con detalles, con cariño y respeto, y no como guachimán.
Jamás se me ocurriría, por ejemplo, olerle los calzoncillos a mi pareja, para saber qué estuvo haciendo. O revisar sus correos, mensajes de texto, llamadas de celular, etc. No…eso no va conmigo. Y eso de pararme como gendarme al lado de él en toda reunión, para cuidar lo que es mio...paso. Ojo, yo no critico a los demás, quien lo hace y le va bien, bacán. Pero yo sufrí esos celos desmedidos en carne propia y fue de lo peor.
Hace algunos años, yo salía con un chico mayor y muy experimentado. Yo era bastante chica e ingenua. Recuerdo que estuve muy mal porque se había muerto mi gato, al que adoraba, y varios días me la pasé llorando y deprimida. Mi chico me insistió en que vayamos a la reunión de una amiga “para que te despejes y te sientas mejor”. Total que fuimos y conversé un rato con mis amigos, me tomé un trago, me reí un poco…lo normal. Al salir de la reunión, él estaba todo serio y no me dijo nada. Cuando estábamos a unas cuadras me hizo una escena en plena calle porque – según él – yo había estado coqueteando con otro “frente a él”.
-¿Yo? ¿En qué momento, cuándo, cómo, dónde?, le dije al principio asustada por el tono de su voz, y tratando de repasar todas mis acciones en microsegundos, como si yo hubiera hecho algo malo.
-Yo soy un hombre, ¿Acaso me crees idiota?, me gritó, entre otros epítetos que no puedo reproducir.
-Cómo se te ocurre que yo voy ponerme a coquetear delante tuyo justo el día en que se murió mi gato y me siento hasta el perno, le dije indignada.(los que me conocen saben del cariño que le tengo a mis mascotas)
Y sin dejarlo hablar me fui sola. llena de rabia, confundida e indignada por la desconfianza. Este pata en cuestión siempre había sido celoso pero yo, ingenua, pensaba que era porque me quería. Y siempre que me hacía alguna “escenita” me pedía perdón, yo lo perdonaba y seguíamos como si nada hubiera pasado. Siempre quería saber con quién salía, quién me llamaba, quién se me acercaba. Pero, insisto, yo pensaba que si él me celaba tanto era porque en verdad me quería. Nada más alejado de la verdad. Los celos enfermizos destruyen el cariño y matan la relación.
Se imaginan, si por una cosa de nada me hizo un escándalo…qué me hubiera hecho ante problemas mayores? Esa noche se me quitó la venda de los ojos y terminé esa relación que tanto daño me hizo.
Pero la verdad es que derramé más lágrimas por mi gato que por él.
Y no me arrepiento...volvería a hacerlo…son los celos!!!