Es curioso, casi todas de niñas hemos soñado con la llegada del príncipe azul, aquel hombre que de solo mirarlo nos provoque el más profundo de los suspiros nacido desde el extremo derecho de nuestro pulmón izquierdo, no sólo por lo fuerte y aguerrido que pudiese ser, sino también, por lo guapo y atractivo que fuera, “la llegada del príncipe encantador de nuestras vidas” se volvió desde entonces uno de nuestros más recónditos deseos.
Pero a medida que pasan los años, la mayoría de nosotras terminamos por algún extraño motivo, embrujo y/o encantamiento, ilusionadas, obsesionadas, apasionadas, desquiciadas y en el peor de los casos enamoradas de alguien que nos resulta cordial, encantador, simpático, inteligente, pero no precisamente muy agraciado, aunque sí, con un no sé qué, que nos lleva a pensar en él todo el día, al final terminamos con el antítesis de nuestros sueños y formando parte de una historia de amor muy parecida a la de “Fiona y Shrek”, claro, no todos los casos tienen un final feliz, pero es innegable que durante esta etapa pareciera que hemos encontrado al “hombre perfecto”, aunque esa perfección la hayamos descubierto en lo “más profundo de su ser”.
Yo formaba parte de esa gran masa de mujeres que soñaba con el hombre ideal por fuera y por dentro, pero un día me di de cara contra la pared, cuando me di cuenta que estaba perdidamente enamorada de un hombre que no reunía ninguno de los requisitos indispensables para convertirse en mi “príncipe encantador”, lo más raro del caso es que me fijé en él a primera vista, claro, no por la apariencia física, sino por su forma de ser, era el clásico “chico bueno” o “buen tipo”, diferente a los demás, siempre cordial y servicial, este fue un punto a su favor, ya que al hacernos amigos y conocer un poco más su mundo, terminé convencida que tenía frente a mí al hombre de mis sueños, no con la envoltura, ni el apellido que me hubiese gustado que tuviera (Su apellido era bastante autóctono), pero si con una enorme sensibilidad, inteligencia, don de gente, era el hombre que complementaba perfectamente mi mundo emocional y tenía un no sé qué, que hasta el día de hoy no sé bien que es, para ser sincera.
Después de él, salí con varias personas, algunos de ellos chicos muy guapos, fueron 3 si no recuerdo mal, un par de psicólogos y un “hijo de papá”, este último era bastante atractivo, iba regularmente al gimnasio, se vestía bastante bien, tenía un departamento en las Casuarinas, tres carros, dos coupe deportivos y una camioneta 4x4, siempre me llevaba a buenos sitios, en resumen, era el “partido ideal”, por fin el príncipe encantador había hecho su aparición y tenía todo lo que siempre había soñado (incluyendo el castillo), el único detalle es que no me podía enamorar de él por más que lo intenté, el día que me dijo para estar juntos decidí dejarlo y no lo volví a ver más. Tiempo después analizando la situación me di cuenta que él no llenaba mis expectativas, mi mundo emocional esta primero y más allá de la apariencia o de las cosas que me puede ofrecer cualquiera, necesito a mi complemento, alguien que alborote mi mundo.
Cuando el amor llega, llega, así sea con el hombre más guapo del planeta o el hombre más feo del universo, de eso estoy segura, pero hay algo que es muy cierto y es que a medida que van pasando los años, las mujeres vamos rescatando otro tipo de valores que van más allá de la apariencia física en un hombre y curiosamente los hombres “feos”, en su mayoría desarrollan lo que se llama “inteligencia emocional”, tal vez por eso se dice que “el hombre mientras más feo es más hermoso”, porque ese es el gran secreto o arma de seducción que tienen para llamar la atención de las mujeres, incluyendo a las mujeres muy bonitas y atractivas, en este caso por ejemplo, el hombre feo se esfuerza por mantener la relación considerándola una “suerte” y por otro lado, las mujeres encuentran en ellos la atención, cariño, seguridad y el respaldo que necesitan.
Muchas veces he odio decir que las mujeres que pasamos los 25 años nos ponemos menos selectivas, es verdad hasta cierto punto, pero esto se debe a que las mujeres maduramos antes que los hombres y que mas allá de darle valor a lo físico le damos valor a los sentimientos, a la estabilidad y al respaldo que nos pueda ofrecer esa persona, cosa que no ocurre con los hombres a esta edad, durante esta etapa viven en una especie de insatisfacción eterna, si están con una chica no tan agraciada siempre están pensando en que podrían haber conseguido a alguien mejor, lo curioso del caso es que cuando alcanzan una cierta madurez, dejan de lado este patrón de belleza y se estabilizan con aquello que las mujeres buscamos, aunque nunca dejan de mirar, pero por lo menos, ya saben lo que quieren y buscan en una mujer.
Pero a medida que pasan los años, la mayoría de nosotras terminamos por algún extraño motivo, embrujo y/o encantamiento, ilusionadas, obsesionadas, apasionadas, desquiciadas y en el peor de los casos enamoradas de alguien que nos resulta cordial, encantador, simpático, inteligente, pero no precisamente muy agraciado, aunque sí, con un no sé qué, que nos lleva a pensar en él todo el día, al final terminamos con el antítesis de nuestros sueños y formando parte de una historia de amor muy parecida a la de “Fiona y Shrek”, claro, no todos los casos tienen un final feliz, pero es innegable que durante esta etapa pareciera que hemos encontrado al “hombre perfecto”, aunque esa perfección la hayamos descubierto en lo “más profundo de su ser”.
Yo formaba parte de esa gran masa de mujeres que soñaba con el hombre ideal por fuera y por dentro, pero un día me di de cara contra la pared, cuando me di cuenta que estaba perdidamente enamorada de un hombre que no reunía ninguno de los requisitos indispensables para convertirse en mi “príncipe encantador”, lo más raro del caso es que me fijé en él a primera vista, claro, no por la apariencia física, sino por su forma de ser, era el clásico “chico bueno” o “buen tipo”, diferente a los demás, siempre cordial y servicial, este fue un punto a su favor, ya que al hacernos amigos y conocer un poco más su mundo, terminé convencida que tenía frente a mí al hombre de mis sueños, no con la envoltura, ni el apellido que me hubiese gustado que tuviera (Su apellido era bastante autóctono), pero si con una enorme sensibilidad, inteligencia, don de gente, era el hombre que complementaba perfectamente mi mundo emocional y tenía un no sé qué, que hasta el día de hoy no sé bien que es, para ser sincera.
Después de él, salí con varias personas, algunos de ellos chicos muy guapos, fueron 3 si no recuerdo mal, un par de psicólogos y un “hijo de papá”, este último era bastante atractivo, iba regularmente al gimnasio, se vestía bastante bien, tenía un departamento en las Casuarinas, tres carros, dos coupe deportivos y una camioneta 4x4, siempre me llevaba a buenos sitios, en resumen, era el “partido ideal”, por fin el príncipe encantador había hecho su aparición y tenía todo lo que siempre había soñado (incluyendo el castillo), el único detalle es que no me podía enamorar de él por más que lo intenté, el día que me dijo para estar juntos decidí dejarlo y no lo volví a ver más. Tiempo después analizando la situación me di cuenta que él no llenaba mis expectativas, mi mundo emocional esta primero y más allá de la apariencia o de las cosas que me puede ofrecer cualquiera, necesito a mi complemento, alguien que alborote mi mundo.
Cuando el amor llega, llega, así sea con el hombre más guapo del planeta o el hombre más feo del universo, de eso estoy segura, pero hay algo que es muy cierto y es que a medida que van pasando los años, las mujeres vamos rescatando otro tipo de valores que van más allá de la apariencia física en un hombre y curiosamente los hombres “feos”, en su mayoría desarrollan lo que se llama “inteligencia emocional”, tal vez por eso se dice que “el hombre mientras más feo es más hermoso”, porque ese es el gran secreto o arma de seducción que tienen para llamar la atención de las mujeres, incluyendo a las mujeres muy bonitas y atractivas, en este caso por ejemplo, el hombre feo se esfuerza por mantener la relación considerándola una “suerte” y por otro lado, las mujeres encuentran en ellos la atención, cariño, seguridad y el respaldo que necesitan.
Muchas veces he odio decir que las mujeres que pasamos los 25 años nos ponemos menos selectivas, es verdad hasta cierto punto, pero esto se debe a que las mujeres maduramos antes que los hombres y que mas allá de darle valor a lo físico le damos valor a los sentimientos, a la estabilidad y al respaldo que nos pueda ofrecer esa persona, cosa que no ocurre con los hombres a esta edad, durante esta etapa viven en una especie de insatisfacción eterna, si están con una chica no tan agraciada siempre están pensando en que podrían haber conseguido a alguien mejor, lo curioso del caso es que cuando alcanzan una cierta madurez, dejan de lado este patrón de belleza y se estabilizan con aquello que las mujeres buscamos, aunque nunca dejan de mirar, pero por lo menos, ya saben lo que quieren y buscan en una mujer.
El hombre que menciono en mi post se parecia o más bien era idéntico a Claudio Narea de los Prisioneros, no saben la infinidad de veces que suspiré viendo en la televisión algún concierto de esta banda y alucinándolo a él :P... Son cosas del Orinoco que nadie entiende, ni yo tampoco.
Y les dejo esta canción con un ritmo bastante pegajoso, ¡inspiración profunda de este post! ¡Oh, oh, oh! me encanta cuando Laura León hace eso ajajaja
5 comentarios:
"Inteligencia Emocional" jajaja en la PUCP existe un taller de psicología donde, de manera gratuita, te hacen engrandecer los elementos dormidos en uno. Me apuntaré para ese taller y levantar esos puntos. Buenos tips para mejorar eh jajaja chaufas.
sipues...si eres oso y no has desarrollado tu "inteligencia emocional", que te queda?
Supongo que mas importante que la apariencia, es la manera en como se sienten juntos, para eso hay q saber diferenciar lo exterior de la manera d ser,, que bien que te fijes en el interior,, saludos,,,
yo soy el ke te vuelve loca :) si o no?
yeeeeeeeeeeeeeeee!!!
p.d.: aún me odias?
Tus imagenes me hicieron recordar algo (que supongo es bueno ._.) .. mi "Shrek de inflexión" jjaja me hizo ver que tenía mucho de Fiona, pero no por princesa sino por Ogra jaja ...
Y hablando de principes "encantadores" ... en la universidad conocí a muchos, pero mas encantadores resultaron los caballos que ellos, esos "hijitos de papá" -la gran mayoria- no te estremecen ni te hacen sentir esa emocion de querer "vivir" ...
Publicar un comentario