La delgada línea roja

Desde que tengo uso de razón, siempre marqué una diferencia entre mis amigos y el amor de pareja. Tengo muy buenos amigos y los quiero un montón, y claro que me he sentido atraída por algunos de ellos en algún momento de mi vida. Pero no me arriesgaría a perder su amistad por cruzar esa delgada línea roja que separa la amistad del amor. Siempre he pensado así, y creo que esto me ha permitido conservar a amigos valiosos a lo largo de mi vida. Esto yo lo tengo tan claro como que 1+1=2. Es que los conozco tanto y ellos a mí, que creo que como pareja no hubiéramos funcionado nunca, y además habríamos terminado distanciados. Y he aprendido que en la vida todo viene y va, pueden pasar muchas parejas, trabajos y conocidos. Pero una amistad verdadera puede resistir todo, incluso si alguno intenta cruzar la línea.

Yo tuve un gran amigo, con el que conversaba horas de horas por teléfono, escuchábamos música, salíamos a pasear. Yo lo quería un montón, le confiaba mis cosas, le abrí mi tierno corazón. Cuando él estuvo con una chica de la universidad, como que nos alejamos un poco. Cuando terminó su relación, volvimos a andar juntos y a compartir como antes. Yo había estado en una relación también y recuerdo que tenía problemas.

Una tarde, tenía la cabeza llena de cosas, necesitaba hablar con alguien y lo llamé. Nos encontramos en un centro comercial y fuimos a caminar, mientras yo desahogaba mis penas con mi amigo. Llegamos a un parque y nos sentamos un rato. En eso, él me dijo que cerrara los ojos, que tenía algo para mí. De pronto me besó…y yo me sentí sorprendida y traicionada. Mi mejor amigo me besó en el momento en que le confiaba mis problemas. En el momento en que yo estaba más vulnerable. Pero fui directa con él: eres mi amigo y yo no voy a cruzar esa línea. No sé si fui muy dura pero para mi las cosas eran muy claras.

Estuvimos muchos meses distanciados, imagino que él con roche. Y yo súper incómoda, no soportaba la idea de verlo. Pero luego, por intermedio de una amiga en común, volvimos a juntarnos. Y de a pocos, fue resurgiendo esa amistad que aún existía. Ahora somos muy buenos amigos otra vez, y yo me siento recontra confiada para contarle mis cosas. Él me cuenta las suyas también. Creo que nuestra amistad se ha fortalecido y ahora somos mejores amigos que antes.

De una buena amistad al amor puede haber sólo un paso. Es algo natural. Pero antes de darlo, piensa bien cuál es tu prioridad. No todas las historias terminan como la mía. Al final, si te mandas, puedes perder la confianza de tu gran amiga. Y esa es la clave de una amistad: sin confianza no hay nada.